Los tumores benignos de hígado son crecimientos anormales de células hepáticas, no cancerosos. Si bien la palabra “tumor” produce alarma en muchos pacientes, no todos son sinónimo de cáncer ni de enfermedad grave. No obstante, los tumores benignos requieren un diagnóstico adecuado, oportuno y preciso, y un tratamiento eficaz. Conversaremos en este artículo sobre estos tumores benignos, sus causas y vías de tratamiento.
En primer lugar, aclaremos que existen muchos tipos de tumor. Un tumor, en general, es un crecimiento anormal de un grupo de células. Son llamados “malignos” cuando son cancerosos, y “benignos” cuando no lo son.
En este mismo sitio podrás encontrar información sobre los tumores malignos primarios de hígado y los tumores secundarios de hígado.
Existen varios tipos de tumores benignos de hígado. Pueden ser causados por:
- El crecimiento anormal de células neoplásicas, es decir, crecimientos normalmente rápidos y no coordinados con la evolución normal de los tejidos del órgano, en este caso, del hígado.
- Como respuesta a una lesión hepática, en el caso en que se produce un proceso de regeneración local de tejidos, que puede dar orígen a acúmulos de células atípicas, que son conocidos como nódulos regenerativos.
Revisemos los tipos más frecuentes de tumores benignos de hígado:
Hemangiomas
Los hemangiomas son el tipo más común de tumor hepático benigno, con una prevalencia de entre el 3% y el 10%, siendo más comunes en mujeres. Consisten en grupos sanguíneos rodeados por células endoteliales, recordemos que el endotelio es el tejido que forma una capa que recubre la cara interior de los vasos sanguíneos y linfáticos.
Si bien se desconoce la causa de los hemangiomas hepáticos; hay evidencia de que existe un componente congénito predisponente. Los hemangiomas hepáticos no suelen causar síntomas, habitualmente son pequeños, y de tamaño estable en el tiempo. En cuanto al diagnóstico, son claramente identificables mediante imágenes.
No siendo habitualmente una condición grave, el tratamiento es normalmente conservador. Dependiendo del caso específico, puede ser aconsejable el seguimiento con imágenes periódicas.
Los casos, poco frecuentes, de hemangiomas hepáticos de mayor tamaño pueden manifestarse con dolor abdominal, problemas cardíacos y disfunción de la coagulación. En los casos en que el hemangioma crece y produce molestias, puede optarse por tratamientos más agresivos, como la resección quirúrgica abierta o laparoscópica, embolización arterial o ablación por radiofrecuencia.
Adenoma
Los adenomas hepatocelulares son tumores hepáticos benignos poco frecuentes, formados por hepatocitos. Constituyen aproximadamente el 2% de los tumores hepáticos.
Son más comunes en mujeres que usan anticonceptivos o terapias de reemplazo hormonal que contienen estrógeno, mujeres embarazadas o personas que abusan de los esteroides. Existe evidencia preliminar de que la diabetes, la obesidad, la hipertensión arterial y la dislipidemia son factores de riesgo.
Los adenomas hepatocelulares son frecuentemente asintomáticos. No obstante, en ocasiones pueden producir dolor abdominal, particularmente si el adenoma es de gran tamaño, además de síntomas como coloración amarillenta de la piel y valores alterados de la función hepática en exámenes de laboratorio (GGT y fosfatasas alcalinas).
En ocasiones, puede ser difícil diferenciar sólo mediante las imágenes, entre un adenoma hepatocelular, una hiperplasia nodular focal (que veremos más adelante) y el carcinoma hepatocelular. Por lo tanto, puede ser necesaria una biopsia para confirmar el diagnóstico y para resolver el mejor curso de tratamiento. Es preferible que la biopsia se realice mediante técnica abierta o laparoscópica, pero no percutánea, ya que este método posee el riesgo de provocar sangrado o ruptura del adenoma.
Es importante destacar que los adenomas hepatocelulares, a diferencia por ejemplo, de los hemangiomas, tienen el potencial de convertirse en un carcinoma hepatocelular, es decir, en malignos. Se estima que esto ocurre en aproximadamente un 4% de los casos, y con mayor frecuencia en hombres.
Otra complicación asociada a los adenomas del hígado es la hemorragia espontánea, que ocurre entre el 20% y 40% de los casos.
Si convergen ciertas condiciones de riesgo, tamaño del adenoma y marcadores específicos, la recomendación es extirpar quirúrgicamente el adenoma, ya sea mediante cirugía abierta o laparoscópica.
Hiperplasia nodular focal
La hiperplasia nodular focal se encuentra en el 0,2-0,3% de los adultos en todo el mundo, siendo en el hemisferio occidental diez veces más común en mujeres, especialmente en edad fértil o aquellas que toman anticonceptivos orales hormonales.
Estos tumores generalmente no presentan ningún síntoma. Como ocurre con los hemangiomas, si son de gran tamaño, pueden presentarse con dolor abdominal.
Si bien es frecuente que los pacientes tengan varias lesiones distintas; no tienden a crecer y normalmente no se convierten en tumores malignos. En este caso, las imágenes médicas suelen ser suficientes para la confirmación del diagnóstico. En los casos en que no es posible, puede recurrirse a la biopsia.
El tratamiento en general es conservador, y considera el seguimiento mediante imágenes en el tiempo. La cirugía o embolización arterial sólo se indican si la lesión es de gran tamaño, acompañada de dolor u otras molestias, o si el diagnóstico no está plenamente confirmado.
Quistes hepáticos
Los quistes hepáticos son estructuras dentro del hígado, autocontenidas, llenas de fluido. Son muy frecuentes y se observan con mayor frecuencia en mujeres y niños.
Si bien la mayoría de los quistes son benignos, alrededor del 5% de los quistes hepáticos son tumores quísticos, que son crecimientos anormales que tienen el potencial de volverse cancerosos con el tiempo. Los tumores quísticos generalmente no causan síntomas, pero puede ser difícil distinguir entre un tumor potencialmente canceroso y uno que es inofensivo o benigno.
Es posible recurrir a una biopsia para determinar si un tumor quístico podría ser potencialmente maligno, otra opción es remover quirúrgicamente el tumor quístico y no correr el riesgo de que se convierta en canceroso.
En resumen
Los tumores benignos del hígado son relativamente frecuentes. Pocas veces producen síntomas, no obstante, es muy aconsejable realizar un diagnóstico preciso, mediante imágenes o biopsias, y un seguimiento de la evolución de la enfermedad. En particular, deben ser tratados de forma precoz aquellos con el potencial de convertirse en malignos.
Doctor Erwin Buckel G.
Cirujano de Páncreas, Hígado y Trasplante
Clínica Las Condes